Letra de Milonga de Don Quijote
(Música: Jorge Marziali. Letra: Daniel Giribaldi)
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En un lugar de La Mancha,
de cuyo nombre no me quiero acordar,
un caballero -flaco, lungo y singular-
a fuerza de morfetear libros de caballería
llegó a revirarse un día y ya colifa el cafaña
salió a imitar las hazañas de los broli que leía.
Dispuesto pal entrevero calzaba facón y lanza,
un gordinflón Sancho Panza le servía de escudero;
tenía por parejero un tungo bichoco
y rante sentido pero de aguante puro huesos y montura
el de la triste figura lo bautizó: Rocinante...
Muy pachorriento el baturro Sancho Panza la vivía;
para él, que andaba en la vía, lo del Quijote era un buen curro.
Al tranquito de su burro siguió del otro el destino,
aconsejando con tino al jockey de Rocinante,
como cuando en vez de un gigante el loco chuceó un molino.
El cofla salió mormoso del lance con el molino
pero, firme en su destino, llegó con Sancho al Toboso.
Tras morfar se le hizo el oso a la mina,
con la idea de que esa cantina rea fuese un castillo,
y la ñata era más que una azafata: la bacana Dulcinea.
Así fue ese vagabundo: rayao, pero sin malicia,
la cinchó por ver justicia y amor de nuevo en el mundo.
Quiso la paz, fue profundo el fruto de su sesera,
una verdad que a cualquiera le da de prepo la salsa
cuando deschaba: ¡qué falsa, la realidad! -si es fulera-.
Cansao de tanta aventura (jinete del desengaño)
volvió el Quijote a su caño y se murió de amargura.
De su lanza y su armadura, de su flete y de su espada,
hoy por hoy, no queda nada (como no sea este poco):
la cordura de aquel loco nos alivió la cinchada...
Milonga de Don Quijote acordes Edmundo Rivero
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